Hablar de pasiones es, literal, entrar en terreno pantanoso, es como tratar de contener el agua de un rio en las manos. Las pasiones nos desbordan, nos hacen perder los estribos y actuar de manera irracional. ¿Cierto?
En realidad no es así, al menos no del todo. Se suele confundir normalmente pasiones con emociones como si ambas cosas fuesen lo mismo. Pero no lo son. Las emociones no son otra cosa que una información que nos manda nuestro cuerpo para que nos pongamos en movimiento y hagamos algo. Nos informan y reclaman nuestra atención para volver a recuperar nuestro equilibro. Eso es todo. ¿Simple, no? Sin emoción no nos moveriamos nunca pues nada nos invitaría a hacerlo.
La gran mayoría de científicos y teóricos no logran ponerse de acuerdo en el catálogo de emociones, pero podemos decir, en aras de simplificar, que existen 4 emociones básicas: rabia, tristeza, miedo, contento.
Las pasiones, en términos del Eneagrama, serian algo así como una adicción, algo que de cierta manera nos sucede y que no podemos evitar. No son racionales. No son pensadas y en ese sentido se parecen mucho a las emociones, pero a diferencias de estas, las pasiones también son aquello que nos impide ser felices ya que nos mantienen dentro de la inercia de nuestro estilo de personalidad. Veamos porqué:
De pequeños venimos al mundo equipados con un temperamento. Una cierta sensibilidad y potencialidad que nos hace más susceptibles o proclives a algunas cosas. Con este temperamento, conforme avanzamos en la vida, vamos construyendo un carácter, primordialmente con las relaciones que tenemos con nuestros padres y figuras importantes y, finalmente, dentro de este carácter se aloja un PERSONAJE, el innombrable -como en las películas de Harry Potter- llamado “ego”. El ego es un constructo defensivo que nos sirvió para adaptarnos al mundo y funcionar dentro de él, pero que luego se convierte en un filtro que nos impide ser felices porque ve fantasmas y potenciales riesgos donde muy probablemente ya no los haya o porque ahora contamos con más herramientas y capacidades que cuando éramos pequeños. El ego es el encargado de mantener aceitada y en perfecto funcionamiento la maquinaria del piloto automático ya que se comporta como un gran guerrero que defiende nuestra estructura de personalidad buscando que todo se quede como está, esa es su estrategía de supervivencia.
Las pasiones son el aspecto emocional del ego. Una manera emocional que tenemos de auto-boicotear nuestra felicidad y de tropezar una vez más con la misma piedra por repetir sin cuestionarnos los mismos comportamientos esperando obtener resultados diferentes. En la medida que nos encontramos bajo mayor presión se refuerza mucho más nuestro patrón automático de respuesta porque, si lo miramos bien, es lo que nos ha permitido, hasta este momento, mantenernos vivos.
Si notas que hay algo que no está funcionando ya más en tu vida, aunque antaño había funcionado bien, convendría preguntarse si no estás viviendo a través de las lentes de tu pasión dominante.
Las fotografías originales son gentileza de William Murphy y Martijn Nijenhuis en Flickr.
Bueno, información clara que no tenia, sobre las diferencias entre pasión y emoción, aclara ademas el porque del Ego, su nacimiento.