Las Pasiones Capitales
I. La Ira
Por Alfonso Colodrón. Ilustraciones: Ana Roldán.
Todos conocemos personas justas, dignas, esforzadas y amigas de decirnos lo que debemos hacer, bajo el disfraz de la sugerencia o del consejo que, de alguna manera, nos hacen sentir culpables o, cuando menos, niños regañados o alumnos imperfectos. Son las personas clasificadas en el Eneagrama de la personalidad como «unos«. Corresponden al tipo de persona justiciera, cuyos correctísimos modales y, muchas veces, voz meliflua ocultan una ira contenida por el tabú de la violencia. «Nunca jamás la violencia«, al menos abiertamente manifestada, podría ser uno de sus eslóganes. Su arma más utilizada: la crítica hacia los demás y, a veces, la autocrítica. En cualquier caso, el otro siempre queda en posición de inferioridad, por no alcanzar el modelo de perfección ideal.
En su infancia solían ser niños o niñas buenas, que se tragaban su rebeldía y, ajustándose a las normas, conseguían ser modelos para los demás. Una manera como otra de conseguir amor y aprobación, pero a cambio de un precio altísimo: traicionar su espontaneidad y su anhelo de disfrute de la vida. Para ello, debieron construirse un falso mundo ideal y perfecto al que ajustar todos sus pensamientos, sentimientos y acciones.
A medida que crecían se iban dando cuenta de que el mundo no era como les habían dicho, como ellos se lo habían pintado; empezaron a acumular resentimiento, oculto muchas veces bajo el apego a las reglas y al orden, el predominio del deber sobre el placer, la inflexibilidad moral y un alto concepto de sí mismas, casi siempre en contradicción con su afán de perfección.
Quien no haya convivido con un «uno» difícilmente se dará cuenta de que tanto deseo de perfección y tanta sobrevaloración de la virtud oculta un oscurecimiento del Ser. Como muy bien apunta A.H. Almaas, que se inició en el eneagrama con Claudio Naranjo, la virtud correspondiente a esa ira reprimida y basada en su creencia en la imperfección del mundo y de los demás es la Perfección Sagrada: la realidad es perfecta en este instante tal como es en sus múltiples facetas y aparentes contradicciones. Ésa es la distorsión cognitiva del iracundo: que la Realidad nunca se acerca al ideal de realidad que ha formado en su mente, que desea para sí y para los demás, porque toma la parte -sus deseos- por el Todo, la Realidad tal cual Es.
Claudio Naranjo pone de relieve que los autores cristianos pensaban que la ira era uno de los obstáculos para la virtud, sin advertir que, precisamente, bajo la apariencia de virtud es como encuentra la ira inconsciente en su forma de expresión más característica. Exceptúa a San Juan de la Cruz que, en su «Noche oscura del alma» describe con exactitud el «pecado» de la ira de los novicios espirituales que «se airan contra los vicios ajenos con cierto celo desasosegado… les dan ímpetus de reprehenderlos enojosamente, haciéndose ellos dueños de la virtud… Hay otros que cuando se ven imperfectos… se airan contra sí mismos… tienen tanta impaciencia, que querrían ser santos en un día». En cualquier caso, el «uno» se ve altruista y su impaciencia es sólo la de aquel que desea la justicia y el orden para todos.
Sería simplista meter a todos los «iracundos contenidos» en el mismo saco. Los hay perfeccionistas que sufren y hacen sufrir a los demás intentando que todo lo que hacen sea perfecto, obsesivos por el orden e incapaces de delegar tareas, porque nadie las hace tan bien como ellos. Los hay perfeccionadores que nunca están satisfechos con lo que hacen: la carne podría haber estado más en su punto, al pescado le podrían haber puesto un poco más de eneldo, la raya del pantalón les salió un poco torcida; el problema es que esa insatisfacción de no dar nunca la talla de su ideal la transfieren a las personas con las que trabajan o conviven: todo lo que éstas hacen, siempre lo podrían haber hecho un poco mejor con solo un poquito más de esfuerzo y mejor voluntad. Pero también están los perfectos: ellos lo hacen todo mejor; su mecanismo preferido es la proyección: el mundo iría mejor si todos pensasen y actuasen como ellos. La causa de su infelicidad son los demás o, como diría Sartre, «el infierno son los otros». En lugar de responsabilizarse de sus deseos -«yo quiero«-, simplemente afirman: «tú debes«.
A un «uno» le encantaría ser juez, fiscal, inspector de Hacienda, maestro y, en otros tiempos, estaría muy a gusto en la piel de un inquisidor o de un cruzado. Un buen ejemplo oriental de este tipo de carácter sería Confucio, maestro y predicador de la piedad filial, las virtudes sociales y la obediencia al Estado. En Occidente, tal vez el más influyente de los personajes históricos con este tipo de carácter sea Martín Lutero, quien, según Erik Erikson, por la ira que le producía su padre, fue capaz de desafiar al hombre más poderoso de su tiempo, el Papa, y crear todo un movimiento religioso, filosófico, político y social basado en la crítica a la corrupción de la Iglesia católica romana.
Socialmente, este primer tipo del eneagrama podría ser ejemplificado por el carácter anglosajón victoriano del siglo pasado, encorsetado en rígidas normas legales y sociales, autocomplaciente, menospreciador de las culturas ajenas, impulsado a salvarlas de su «ignorancia» y «salvajismo». La enorme violencia soterrada queda velada por los buenos modales y un aparente comportamiento flemático. La «justa indignación» ante los «desmanes» ajenos, tal vez aquellos que ellos no se permiten, pero que desean desde lo más profundo de sus impulsos reprimidos, puede adoptar actitudes que van desde marginar al «desviado» hasta imponerle la pena capital con toda justificación y la mejor buena conciencia, para «cortar el cáncer social de raíz». Un personaje de película que representa muy bien este tipo de carácter sería el padre de los niños que tiene que cuidar Mary Poppins, siempre apegado a su reloj, sus horarios y sus normas perfectas e inflexibles, su orden impecable: la costumbre inmemorial y los sólidos principios éticos y sociales convertidos en ley irrevocable. En la única realidad.
En definitiva, los «unos» han olvidado sus verdaderos impulsos y deseos en aras de hacer lo correcto, que es la medida de su autoimagen, lo que les da valor a sus propios ojos. Un buen vino deberá reservarse para un día de fiesta o una ocasión en que haya que agasajar a unos amigos, pero jamás tomársela para alegrarse un poco un día malo o monótono. Unos bombones deberán ser compartidos; si se toman a solas, habrá que justificarse para liberarse del sentido de culpa. El placer por el placer es tan tabú como la manifestación de la ira. Si la manifiestan, tal vez habría que tomarlo, según los casos y las circunstancias, como un paso adelante en la sanación. Por ello, es raro ver a muchas personas de este tipo en terapia: ello significaría reconocer que algo va mal o que ellas mismas no son capaces de solucionarlo haciendo los ajustes necesarios y, sobre todo, correr el riesgo de perder el control de sí mismas al que se han aferrado como forma de no verse sobrepasados por su pasión no reconocida: la ira. Cambiar de pautas de conducta significaría replantearse la imagen del mundo y de sí mismas que tan esforzadamente han elaborado día tras día, cada uno de los años de su vida.
Simplificando un poco, a un uno podría hacerle evolucionar la convivencia con un «siete» goloso y hedonista, si éste no muere antes en el intento. También, cambiar las múltiples responsabilidades que se autoimponen por prioridades reales y realistas; cuestionarse sus normas internas; aceptar que «lo mejor es enemigo de lo bueno»; abrirse al sistema de valores de otras personas; escuchar y atender sus auténticos impulsos de placer; diferenciar entre el «debería» y lo realmente deseable; atender a lo central y olvidarse de lo periférico, de los detalles «imperfectos»; pero, sobre todo, ENTREGARSE A LA REALIDAD, TAL CUAL ES, AQUÍ Y AHORA, Y ABRIRSE A LA VIDA COMO ÉXTASIS Y NO COMO TAREA.
La serie «Pasiones Capitales» es un aporte de Alfonso Colodrón – Terapeuta Gestáltico y Consultor Transpersonal. Las ilustraciones que acompañan a cada eneatipo pertenecen a la serie «Personajes» de Ana Roldán.
© Publicación original de 2005. Los derechos intelectuales de las obras aquí expuestas pertenecen a cada autor. Prohibida su reproducción.
Nunca había leído cosas tan interesantes sobre la ira, creo que todos en algún momento la hemos sentido, no podría decir que nunca la he sentido porque sería mentir, he aprendido con los años a tomar las cosas con calma para tomar mejor desiciones, porque enojados no pensamos correctamente.
Excelente artículo sobre la ira
Me parece de suma importancia conocer primeramente nuestra personalidad para así conocer a los demás.
La ira controlada y aceptada de alguna manera nos hace tener un balance hacia el exterior pero reprimiendo nuestro interior.
Es solo ocultar la imperfección en la perfección hacia los ojos de los demás.
Cada persona tiene su propia personalidad, buscas sus propias conviciones acerca de lo que es o no correcto en la vida
Que conmovedor!
Este artículo sobre la ira, me parece que es la mejor ejemplificación de la realidad de algunas personas, gente que pretende reprimir su esencia, naturaleza, y forma de ser, por creer que vivimos en un mundo lleno de perfección.
Lo más importante es ser nosotros mismos, sabiendo lo que está bien y lo que está mal, no haciéndole daño a nadie, pero viviendo la realidad.
En la actualidad hay muchas personas que tienen irá el cual tiene efectos en el cuerpo y mente, hay muchas enfermedades a causa del enojo, desgaste emocional, las personas de enojan fácilmente, cuando deben tomar las cosas con calma para no decir algo de lo que se puedan arrepentir después.
Cada enagrama nos hace ver que cada persona actúa
Y piensa diferente y tenemos que respetar
La ideología, pensamiento de cada individuo
Si respetamos trabajamos mejor, no podemos
Hacer que piensen como nosotros y nosotros
No pensamos como muchas otras personas
Cada cabeza es un mundo, y se llama
Respeto a cada idea.
Nunca vamos a ser perfectos y lo mejor es disfrutar
Lo que hacemos con la mejor actitud, y hacerlo
Porque nos gusta,
Estoy de acuerdo con Dario cada persona
Única, no podemos cambiar a nadie, podemos
Trabajar en cada uno de nosotros para
Mejorar, no para ser perfeccionada.
Si, realmente los eneagramas deben ser muy diversos ya que cada persona es diferente y por mucho que queramos ubicarla en alguno, puede que tengan comportamientos de otros, el ser humano es muy complejo, nada es blanco o negro, hay una gama muy variada de colores y así somos los humanos, por lo pronto seguiré leyendo y ver con cual de ellos más me identifico
acabo de empezar ya comentare que eneatipo creo ser, me parece muy importante trabajar el autoconocimiento CONOCETE A TI MISMO Y CONOCERAS EL UNIVERSO Y A LOS DIOSES Muchisimas gracias por la aportacion
Me parece de suma utilidad el conocer la personalidad de la gente que nos rodea Y ser siempre empático con los demás
Coincido en que es de suma importancia conocernos a nosotros mismos principalmente para poder comprender a nuestros colaboradores y ayudarlos a tomar mejores decisiones buscando siempre el mejor resultado en nuestro trabajo y nuestra vida personal
Creo y lo exprese anteriormente que muchas veces
Algo nos puede incomodar, pero en vez de
Molestarnos pensar cual sería la mejor
Solución, buscar opciones, y tomar las cosas
Con paciencia para tomar mejores desiciónes.
Perfecto y loable que aprendamos a conocernos y sobre todo a distinguir los tipos en que caen o acomodan a quienes nos rodean ya que esto hara mas facil la comprension entre nosotros pero sobre todo nos sera mas facil la tarea que se impone a los humanos desde tiempos inmemoribles que es «Conocete a ti mismo» Bravo pues con esto y adelante.
Coincido en que es de suma importancia conocernos a nosotros mismos principalmente para poder comprender a nuestros colaboradores y ayudarlos a tomar mejores decisiones buscando siempre el mejor resultado en nuestro trabajo y nuestra vida personal
Primordial conocernos a nosotros mismos para saber nuestros alcances y nuestras limitaciones y transformarlo en algo productivo que nos facilite el relacionarnos con nuestros compañeros de trabajo y del diario para contribuir de una manera positiva en cada uno de ellos incitándolos a trabajar en equipo cada uno con nuestras personalidades diferentes por un mismo objetivo de ser los mejores
Exactamente para poder conocer a los demás
Tenemos que empezar por nosotros primero
No podemos decirle a otra persona no actúes
Así, si nosotros lo hacemos, para lograr un
Gran equipo tenemos que empezar por nosotros
A mejorar y a trabajar con la ira y tomarlo
De la mejor manera