Hablando de esencia, me viene a la mente un poema de José Emilio Pacheco, un escritor mexicano, que dice:
La moda pasa de moda.
La desnudez sigue intacta
como al principio del mundo.
Seguramente José no se refería a temas de personalidad pero viene muy a cuento con lo que vamos a contar. Más allá de todos los ropajes, de todos los adornos, de todos los aprendizajes, de todas las armaduras que nos hemos ido colocando a lo largo del tiempo que llevamos viviendo, existe una parte de nosotros desnuda. Que no es mejor ni peor. Ni pretende serlo. Esa parte libre de condicionamientos y prejuicios que es capaz de adaptarse a lo que cada momento nuevo requiere y que busca en todo momento nuestro bienestar o el restablecimiento de nuestra homeostasis y que, si tiene las condiciones adecuadas, va a desplegar todo nuestro potencial, tal y como lo dice Sandra Maitri. Eso, en términos prácticos, podríamos denominar esencia y no es otra cosa que la parte nuestra que es más buena, bonita y barata:
«Dentro de cada uno de nosotros… está la voluntad de saber quiénes somos en realidad. Nuestra alma tiene el impulso de reestablecer el vínculo con nuestra naturaleza más íntima, conocerla y vivirla. Nosotros tenemos el impulso innato de llegar a la perfección de vivir plenamente nuestro potencial humano, impulso que, cuando no se contradice, nos conduce a niveles de realidad cada vez más profundos, más allá del sujeto, de la personalidad, del yo separado.»
Sandra Maitri
Cada persona utiliza las características de su temperamento innato o biología de la mejor manera que puede para adaptarse y sobrevivir a las dificultades de los primeros años de vida. En el proceso de adaptación a este mundo nos vamos desconectando de nuestra parte más nuclear o esencial y este no saber quiénes somos en realidad, es lo que intentaremos corregir más delante fabricando nuestra personalidad que va a ser, en muchos sentidos, reactiva y exagerada. Cómo decía Sandra Maitri, hay un impulso natural en nosotros por expandirnos y expresarnos pero, sin embargo, muy parecido al crecimiento de un árbol, van a haber muchos aspectos y condiciones ambientales que van a impedir o desviar ese crecimiento natural, creando surcos, huecos, dobleces y creando en nosotros toda la gama de matices que hoy día nos caracterizan.
La personalidad vendría a ser todo aquello adquirido: nuestras conductas rigidizadas y en gran medida inconscientes: nuestra máscara. La personalidad se va desarrollando como una estrategia de adaptación, defensa y contra manipulación del medio donde uno se desenvuelve. En la medida que más nos identificamos con nuestra personalidad mas nos vamos desconectado u olvidando de nuestra verdadera naturaleza. Esto es algo, hasta cierto punto, normal y natural pero, llegado un momento, tendremos que cuestionar dicha identificación para poder ir conectando con otras opciones y alternativas más ricas que las que nos brinda hoy día nuestra estructura de personalidad.
«El Eneagrama constituye una estructura que facilita la revelación de la verdad sobre el Ser y sobre los seres humanos como parte de este Ser.»
A.H. Almaas – Facetas De La Unidad El Eneagrama De Las Ideas Santas
La Esencia vendría a ser ese aspecto de nuestro ser que transciende nuestra personalidad; nuestra naturaleza innata. Conlleva una calidad universal, y sirve como contacto con lo transpersonal. Es nuestro verdadero rostro, nuestro Sí Mismo Real. Podríamos decir también que nuestra esencia es la capacidad o potencial organísmico y autoregulatorio capaz de operar de forma libre y espontánea dependiendo de la situación y del momento actual.
Inicialmente el trabajar con el Eneagrama puede aportarnos claridad y mayor satisfacción en nuestras relaciones y en distintas áreas de nuestra vida; sin embargo su valor último y mayor beneficio consiste en re-descubrir nuestra conexión con la fuente primordial, con el Universo o la Vida, realizándonos como seres humanos integrando lo trascendental en nuestro día a día. Otra forma de decirlo es que el Eneagrama apunta a aprender o recuperar nuestra capacidad de “Amar” en un sentido amplio de esta palabra.
«Cada persona desarrolla un estilo de personalidad para compensar la falta, el vacío ontológico que se sitúa en el corazón del ego.»
Oscar Ichazo
Al final del día, personalidad y esencia dejan de ser dos entes separados y contradictorios y se convierten en dos amantes que danzan juntos bajo la misma música.
Dice José Emilio Pacheco en otro lado, y aquí sí creo que habla de la esencia, “Yosoytú. No nos separes de mí”
Bueno, bueno bueno.